El sistema sexo-género y su impacto en los DD.HH.

Comenzaré citando una frase que he llegado a escuchar de forma casual en la calle, “Somos ajenos en nuestros propios cuerpos”, una frase cuyo significado puede ser objeto de discusión visto desde diferentes perspectivas.

Sin embargo, algo que ha quedado claro en la lucha constante por los derechos humanos es que deben de ser garantizados íntegramente para todas personas sin importar la creencia religiosa, la etnia a la que se pertenezca o a la simple orientación sexual. En este último punto me concentraré en las próxima líneas.

Definir el sexo y el género como conceptos diferentes podría ser una afirmación de que poco hemos avanzado en temas relacionados con la igualdad, la equidad y el amplio goce de derechos humanos, estos últimos, cargados con un enorme significado simbólico que recae en el sistema hegemónico dominante.

Foucault afirma que los sistemas jurídicos de poder producen a los sujetos, los cuales son representados después por el mismo sistema. Esto es siempre siguiendo una línea de limitación, prohibición, reglamentación, control y “protección” de quienes estén vinculados a la estructura política y social. Judith Butler en su libro El género en disputa afirma que los significados culturales que acepta el cuerpo sexuado no pueden afirmarse a la existencia de un sistema binario, producto del sexo.

Llevada hasta su límite lógico, la distinción sexo/género muestra una discontinuidad radical entre cuerpos sexuados y géneros culturalmente construidos. Si por el momento presuponemos la estabilidad del sexo binario, no está claro que la construcción de hombres dará como resultado únicamente cuerpos masculinos o que las mujeres interpreten sólo cuerpos femeninos.

a partir de este punto, me permitiría responder un cuestionamientos,. el cual es ¿por qué la diversidad sexual y el género son cuestiones de derechos humanos?

Desde la acepción antropológica, la diversidad sexual es la disidencia de una parte del sistema heteronormado que ha dominado la sociedad a lo largo de más de dos mil años de civilizaciones, dicho de otra forma, quienes no entran en los patrones canónicos establecidos, siendo estos, violentados, rechazados y excluidos del tejido social.

Además, aunque los sexos parecen ser binarios en su morfología y constitución, no hay ningún motivo para creer que también los géneros seguirán siendo sólo dos. La hipótesis de un sistema binario de géneros sostiene de manera implícita la idea de una relación mimética entre género y sexo, en la cual el género refleja al sexo o, de lo contrario, está limitado por él.

El eterno dilema que se ha desarrollado con base en el binomio sexo-género ha abierto la oportunidad a la crítica y discusión de un adecuado goce en las garantías individuales.



Butler (1993) hace hincapié en que el género no debe ser visto únicamente como la inscripción cultural del significado en un sexo predeterminado. Si el género se construye, ¿podría construirse de distinta manera, o acaso su construcción conlleva alguna forma de determinismo social que niegue la posibilidad de que el agente actúe y cambie?

Este último cuestionamiento es la que deberían de hacerse los organismos gubernamentales que aún no aplican el lenguaje incluyente de acuerdo a la orientación sexual o disidencia sexo-genérica.

¿Cómo la discriminación con base en la diversidad sexual o en el género son obstáculos para el disfrute pleno de los derechos humanos?

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