Artículo No. 49: Religión y Política.

El culto religioso en la sociedad ha estado marcado por diferentes momentos clave en la historia de la humanidad, desde simples enemistades hasta muerte y destrucción por tan solo un motivo: inculcar ideas con base en una religión que debe de regir a la sociedad. Se ha definido como fanatismo a toda actividad que se manifiesta con ‘pasión’ exagerada, desmedida y tenaz en defensa de ideas, teorías, cultura, estilos de vida, entre otros.

De forma psicológica, las personas que son fanáticos, manifiestan una apasionada e incondicional adhesión a una causa, un entusiasmo desmedido hacia determinados temas llegando en ocasiones a discriminar y realizar actos violentos para defender su postura.

Si bien el fanatismo religioso – el  cual abordaremos en el presente artículo – es el que más controversia ha generado en los últimos años, pues ha sido la premisa de varios conflictos bélicos o terroristas. Durante siglos, cientos de hombres – en la mayoría de los casos – han sido influenciados por la religión dominante para llevar a cabo actos que van incluso, en contra de la filosofía de la propia religión.

Psicológicamente hablando, el fanático presenta cuadros de monomanías y comportamientos obsesivos sin lugar a discusión amparándose en la veracidad inquebrantable de una sola verdad, haciendo de sus comportamientos, una secuencia repetitiva que se convierte en su forma de vida.

Al juntarse la religión con la política, la consecuencia es la muerte y destrucción de vidas humanas, patrimonios culturales y de la humanidad y sobre todo el desmembramiento del núcleo social que se ve influenciado y manipulado por estas dos ideologías. La apología con la que las autoridades políticas y religiosas han hecho de sus discursos ha llevado por diversos caminos las sociedades de sus tiempos, modificando el comportamiento de la humanidad y aferrándose a una sola idea, un solo concepto.

Hay casos en la actualidad donde la religión se encuentra conjugada con la política, haciendo que se gobierne con base en la ideología religiosa. El islam es la religión que predomina en países de oriente medio y en donde, esta se encuentra dirigiendo a países enteros, pero es necesario cuestionarnos como es que esta esta forma de gobernar ha causado la muerte de cientos de miles de personas.

No solamente el islam, pues también el catolicismo se encargó de aniquilar y destruir religiones nativas del continente americano cuando fue visitado por españoles durante los siglos XIV al XVIII.

Desde la formación y consolidación del grupo terrorista ‘Estado Islámico’ se han llevado a cabo múltiples ataques terroristas en Estados Unidos de América, España, Reino Unido, Francia y Bélgica. En este último se llevó cabo detonaciones de bombas en el Aeropuerto de Bélgica y en una estación de metro. Dichos ataques fueron reivindicados hacia ISIS. Pero, para consolidar el debate que pretendo generar, es que el pasado 27 de marzo, en Pakistán se llevó a cabo un atentado que costó la vida de 72 muertos, muchos de ellos católicos.

Los muertos tras el atentado suicida en Pakistán de este domingo no han recibido la misma atención que las 35 víctimas de los atentados de Bélgica del martes pasado. Obviamente, se ha informado sobre lo ocurrido, pero la cobertura no es comparable.

Además de la cobertura de los medios, también se critica a menudo la diferente atención en redes sociales, especialmente en Facebook. Tras los atentados de París de noviembre del año pasado, esta red social puso en marcha dos aplicaciones en su plataforma: una permitía poner una bandera de Francia sobre la foto de perfil; la otra fue activar el Safety Check, una herramienta que permitía que quienes estuvieran en París pudieran avisar a sus amigos de que se encontraban bien y que hasta entonces solo se había usado para catástrofes naturales.


Si bien, el realizar actos barbáricos que estén en contra de la vida humana no debe ser sinónimo de querer imponer ideas o fundamentos. Ambos atentados tanto el de Bélgica como el de Pakistán no son razón para estar de uno u otro bando. ¿Dónde está el libre albedrio que nos dice que es lo correcto y que no? ¿Dónde queda también la compasión? ¿Quién dice algo de lo que ocurre en México con la cuestión del crimen organizado?

Comentarios

Entradas populares