Artículo No. 66: ISIS. El califato del horror. Parte 3/3

Durante el siglo XX, existió el Imperio Otomano, último califato que fue reconocido internacionalmente, aunque funcionaba como cualquier otro reino europeo, – los reinos en Europa desaparecieron al finalizar la primera guerra mundial – este se gobernaba con base en las escrituras sagradas del Islam, específicamente la rama Suniita.

Tras el fracaso de los otomanos por subsistir, en 1924 fue abolido por las principales potencias europeas, para dar paso a una etapa en la que los antiguos reinos pasaron a ser Estados independientes. Al final de la existencia del imperio los denominados jóvenes turcos cometieron asesinatos en masas, conocido como el genocidio armenio y del cual se hablara en posteriores análisis.

Entre los límites que fueron redibujados estaban los de Irak y Siria, cuyas actuales fronteras fueron definidas por Reino Unido y Francia en 1916. Desde la disolución del Imperio Otomano el establecimiento de un califato gobernado por una estricta ley islámica ha sido el objetivo de muchos yihadistas y grupos islamistas.

A mediados de 2014, el Estado Islámico o Daesh se autoproclamo como “califato islámico” en las regiones controladas por sus soldados, a partir de entonces comenzó el verdadero horror de las poblaciones bajo las garras de este grupo extremista que mira con desdén y desprecio a quienes no siguen las reglas del islam y a quienes se encuentran en contra de su ideología basada en el terror y el miedo.

En 2015, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio a conocer un informe en el que afirman –gracias a numerosos documentos recolectados en las zonas ocupadas por el Daesh – que el grupo terrorista práctico genocidio contra el grupo étnico yezedí, reduciendo de forma drástica las poblaciones en el norte de Irak y este de Siria.

“El califato del horror”, como lo he nombrado en estas líneas, tiene que ver con la percepción de las atrocidades y extremismo que han puesto en práctica para conseguir la unión de todos los musulmanes. No está de más reflexionar las medidas que han implementado varios países de Europa para tratar de frenar el paso de los cientos de miles desplazados a causa de la guerra que ha dejado en medio oriente desde 2011.

Pero son precisamente estos “desplazados” quienes sufran más la crueldad de un mundo que ha optado por darle la espalda, ellos – los refugiados – solo tienen dos opciones: la primera quedarse en su hogar y seguir viviendo la tortura del Estado Islámico, así como jurar lealtad al califa, líder de los musulmanes o  irse de allí y buscar asilo en algún país Europeo o Americano que le brinde la protección que necesita.

Sin embargo, en esta última opción, deben de pasar por diversas circunstancias que hacen del viaje un camino hacia la muerte. Según la Unión Europea en los primeros seis meses de 2016 han muerto poco más de tres mil inmigrantes de origen sirio, libanes e iraquí en las aguas del mediterráneo en su la lucha diaria por llegar a un país y poder ahí solicitar el asilo político que necesita para sobrevivir.

El mes de julio ha sido – por muchos analistas – el más mortífero en Europa y Oriente Medio, esto en consecuencia a los atentados que han ocurrido en París, Múnich, Bruselas, Kabul, Aleppo, entre otras ciudades. ¿Qué sucederá en los próximos meses? ¿Cuál será el destino de esta ola de atentados suicidas? ¿Es Francia el país objetivo de estos ataques? ¿Será posible que la tercer guerra mundial ya haya iniciado? Son solo algunos cuestionamientos que debemos comenzar a indagar.


Algo es seguro los soldados del Daesh están convencidos de que sus actos los acerca más a la vida prometida, sin importar a cuanta gente asesine. Lamentablemente es la triste y cruel verdad.

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